Imagínate por un momento recibir 40,000 pesos mensuales por el trabajo que haces en casa. Según varios estudios, eso es exactamente lo que deberíamos estar ganando las mujeres por las labores no remuneradas que realizamos día a día: desde ser madres, cuidadoras, psicólogas, hasta realizar las tareas del hogar como limpiar, cocinar y organizar.
💥 ¡Histórico! 💥 Ayer se impulsó en el Senado la Ley General del Sistema Nacional de Cuidados. Este proyecto busca garantizar el derecho al cuidado digno, redistribuir las responsabilidades de cuidado entre hombres y mujeres, y mejorar las condiciones laborales de las personas… pic.twitter.com/8pVhCBOwWG
— Omega Vázquez (@OmegaVzquez) September 19, 2024
Parece mucho, ¿verdad? Sin embargo, ese monto es una representación simbólica del valor económico que tiene nuestro esfuerzo, el cual sigue siendo invisibilizado y subestimado en nuestra sociedad.
El trabajo invisible: Un peso en la economía
El trabajo doméstico y de cuidados ha sido, históricamente, una responsabilidad asignada a las mujeres, como si estuviera en nuestra naturaleza hacerlo de forma gratuita. Pero cuando lo ponemos en términos monetarios, la realidad es que estamos regalando nuestro tiempo y energía en labores que, si se externalizaran, tendrían un costo significativo. La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) en México indica que el trabajo no remunerado que realizan las mujeres representa casi un 24% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto significa que las mujeres contribuyen enormemente a la economía sin recibir ningún tipo de retribución directa.
El estudio mencionado sugiere que, si se valorara justamente el trabajo doméstico y de cuidados, cada mujer que asume estas responsabilidades debería estar recibiendo alrededor de 40,000 pesos mensuales. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de las mujeres no solo no reciben ese dinero, sino que además están atrapadas en un ciclo de doble o triple jornada: trabajo remunerado, labores domésticas y cuidado de la familia. Esta situación impide el acceso a tiempo para la recreación, el autocuidado y, sobre todo, para el crecimiento profesional.
¿Debería cobrarse este trabajo?
Este dilema sobre si el trabajo doméstico debería remunerarse ha sido un debate en el feminismo por décadas. Mientras algunas voces abogan por una compensación económica como forma de reconocer el valor del trabajo doméstico, otras sostienen que el objetivo final debe ser redistribuir estas tareas entre todos los miembros del hogar, ya que no son labores exclusivamente femeninas. Dividir equitativamente las responsabilidades del hogar permitiría a las mujeres liberarse de la carga invisible y dedicar tiempo a otras actividades que favorezcan su desarrollo personal y profesional.
Algunas propuestas van incluso más allá y sugieren que los gobiernos deben establecer políticas públicas que reconozcan el trabajo no remunerado de las mujeres, ofreciendo incentivos económicos o apoyos estatales. Esto sería un paso hacia la igualdad, ya que permitiría que el valor de las labores domésticas y de cuidados se visibilice de manera más formal. Países como Argentina y España ya han comenzado a dar pasos en esta dirección, con programas que apoyan a las mujeres que dedican su vida al cuidado de otros.
Una cuestión de equidad
No se trata de pedir que nuestras familias o parejas nos paguen por cada plato que lavamos o cada tarea que hacemos, sino de reconocer la injusticia que hay en asumir que las mujeres deben cargar con toda la responsabilidad del hogar. La situación ideal sería que todos los miembros de la familia compartieran las responsabilidades domésticas, ya que todos se benefician de ellas. Es un tema de corresponsabilidad, en el que no solo se redistribuyan las labores del hogar, sino también el tiempo libre.
El objetivo es que las mujeres puedan disfrutar de los mismos derechos que los hombres en cuanto al tiempo de descanso, la posibilidad de ocio, o simplemente tener un espacio para dedicarse a sus intereses y metas. Porque, ¿cuántas veces una mujer ha tenido que renunciar a sus sueños o posponer proyectos profesionales para hacerse cargo del hogar? La falta de tiempo y la sobrecarga doméstica son factores que afectan profundamente la vida de millones de mujeres en el mundo.
¿Cómo avanzar hacia la igualdad?
El primer paso es concienciar a nuestras parejas y familias sobre la importancia de la equidad en el hogar. El segundo paso, más estructural, implica impulsar políticas públicas que aseguren mejores condiciones para las mujeres. Algunas acciones incluyen:
- Educación en igualdad: Fomentar la corresponsabilidad desde la infancia, enseñando tanto a niños como a niñas que las tareas del hogar son de todos.
- Licencias de paternidad y maternidad iguales: Igualar los tiempos de las licencias para que ambos padres tengan las mismas oportunidades y responsabilidades desde el nacimiento de los hijos.
- Reconocimiento legal del trabajo no remunerado: Impulsar políticas que reconozcan y compensen el trabajo doméstico, como pensiones para amas de casa o créditos fiscales para quienes cuidan de personas dependientes.
Es solo el comienzo
Es hora de replantear el valor del trabajo no remunerado que millones de mujeres realizan cada día en sus hogares. Si cobráramos por todo lo que hacemos, esa cifra simbólica de 40,000 pesos sería solo el comienzo. Pero más allá del dinero, lo que buscamos es igualdad: que las labores se compartan, que nuestro tiempo y esfuerzo sean valorados y, sobre todo, que podamos disfrutar de una vida plena y equilibrada. 💪🌟