El 5 de septiembre de 2024, una carta firmada por Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente fue publicada en The Washington Post en respuesta a un editorial anterior que criticaba la reforma judicial propuesta en México por el presidente electo. El artículo, titulado «La reforma judicial de AMLO tiene que irse», argumentaba que las modificaciones en la forma en que se eligen magistrados y jueces amenazaban la democracia mexicana. Sin embargo, Ebrard no se quedó de brazos cruzados, defendiendo con firmeza la soberanía de México y recordando a Estados Unidos que, antes de criticar, debería mirar dentro de su propio sistema judicial.
La soberanía en juego: ¿Interferencia o interés genuino?
Lo que más resaltó de la respuesta de Ebrard es la apelación al principio de soberanía nacional y no intervención. La reforma judicial en México, cuyo eje central es la elección directa de jueces y magistrados, ha generado polémica dentro y fuera del país. Para Ebrard y de la Fuente, que la opinión pública estadounidense, y específicamente un medio tan influyente como el Washington Post, critique estos cambios es problemático. En su carta, recuerdan que, según las reglas internacionales, las naciones tienen la obligación de no interferir en los asuntos internos de otros Estados, a menos que se vea comprometida la paz o la seguridad mundial.
Ebrard pone sobre la mesa el claro doble estándar en el discurso de Estados Unidos: “lo que es virtud en Estados Unidos es vicio en México”. Y no está errado. En varios estados de EE.UU., los jueces son elegidos de manera directa por el pueblo, un sistema que para muchos es la cúspide de la transparencia y la democracia. ¿Por qué, entonces, la misma práctica es vista con desconfianza en México?
Hipocresía en la crítica: cuando Estados Unidos hace lo mismo
Uno de los puntos clave que Ebrard y de la Fuente destacan es que este tipo de elecciones ya existe en el sistema estadounidense. Como ellos señalan, en varios estados de EE.UU., los jueces son electos y este proceso no ha sido motivo de preocupación para la democracia en ese país. Es más, se considera una forma de que el poder judicial mantenga cierta independencia y responsabilidad ante la ciudadanía.
Entonces, ¿por qué Estados Unidos juzga a México por proponer algo similar? Aquí es donde entra la crítica más profunda de Ebrard. La carta sugiere que este tipo de señalamientos podrían estar basados en una concepción errónea y paternalista de lo que México necesita. El argumento del ex-canciller sugiere que Estados Unidos parece incapaz de aceptar que México, como cualquier otra nación soberana, tiene la capacidad y derecho de reformar su sistema de acuerdo con sus necesidades y contextos internos.
El trasfondo de la reforma: democracia y justicia
Es fundamental entender que la reforma propuesta no solo busca un cambio en la elección de jueces, sino una mayor independencia del poder judicial en México. En las elecciones de junio de 2024, el presidente electo y su equipo ganaron con un mandato claro de reformar instituciones clave del país, y la justicia no es la excepción. El objetivo de esta reforma, según Ebrard, es aumentar la transparencia y reducir la corrupción dentro del sistema judicial.
La percepción de que el poder judicial mexicano es vulnerable a intereses políticos y económicos ha sido una crítica constante tanto dentro como fuera del país. Esta reforma pretende dar al pueblo mexicano la oportunidad de tener más voz en quienes ocupan estos puestos de poder, para que el sistema no dependa exclusivamente de designaciones políticas. Aquí, Ebrard destaca un punto crucial: el derecho de autodeterminación.
¿Por qué debería preocuparle a México la opinión de EE.UU.?
Sin duda, lo que parece molestar más a Ebrard no es solo el hecho de que se critique la reforma, sino el tono de superioridad moral implícito en la crítica. En su carta, se nota una preocupación genuina por la percepción que los estadounidenses tienen sobre la democracia mexicana. Como él mismo señala, los mexicanos son capaces de juzgar lo que es mejor para su propio país. Es una declaración poderosa que refuerza la idea de que cualquier nación, pero sobre todo México, no debería sentirse obligada a responder a los estándares o críticas de potencias extranjeras.
Además, la carta enfatiza la relación amistosa y respetuosa entre México y Estados Unidos, una relación que se ha basado en el respeto mutuo. Ebrard subraya que ambos países son vecinos, amigos y socios comerciales. Sin embargo, ese respeto debe mantenerse en el ámbito de la no intervención en asuntos que son puramente domésticos.
Reflexiones finales: ¿Es justa la crítica?
La carta de Ebrard y de la Fuente envía un mensaje claro: México está dispuesto a debatir y reflexionar sobre las reformas necesarias en su sistema judicial, pero bajo sus propios términos y dentro de su propio marco legal. Es un llamado a Estados Unidos y a otros actores internacionales a mostrar el mismo respeto que México ha mostrado en otras circunstancias.
Al final del día, esta es una cuestión de soberanía, justicia y confianza en que los mexicanos pueden decidir lo mejor para su país sin la necesidad de la validación de potencias extranjeras. Y como bien dice Ebrard, la reforma judicial mexicana no es perfecta, pero es un paso necesario en la búsqueda de una justicia más transparente y cercana al pueblo.
🌎✊ México, soberano y firme, avanza hacia un futuro con mayor justicia y democracia.